domingo, 15 de julio de 2012

EL ORGULLO - EL AMOR DE SÍ - Parte 2



EL ORGULLO - EL AMOR DE SÍ - Parte 2


El triangulo inferior puede representar los defectos en el Hombre (ira, codicia, lujuria, orgullo, pereza, envidia y gula). Triangulo amarillo.

El triangulo superior puede representar El Trabajo Psicológico, todas las ideas, La Conciencia, El Rayo de la Creación, Los Centros Superiores, etc.

EL ORGULLO

Tracemos una imagen del egoísmo o amor de sí. Tiene una base amplia y un vértice agudo. (triangulo amarillo)

Se lo puede pensar diagramáticamente en la forma de un triángulo:

La base de este triángulo nos da la extensión del amor de sí.

A medida que crece desde la base hacia la vida y los otros, se estrecha hasta llegar a ser un punto.

En estos comentarios sobre el "Amor de Sí" sugiero que este triángulo puede representar los intereses que se estrechan rápidamente y que tienen su origen en los propios intereses del amor de sí.

Nuestro interés por las cuestiones que se alejan de nosotros es cada vez menor.

No nos preocupamos en absoluto por las cosas que están muy lejos —por las otras personas, por los otros países—. Ni tampoco nos preocupamos por el mundo en que estamos, por el cosmos, por cosas tan remotas. Decimos: "¿Qué tiene que ver esto conmigo?"

Tracemos un triángulo similar, el triangulo azul, pero invertido y lo superponemos:

Este símbolo es muy antiguo.

Como cualquier símbolo contiene muchos significados.

Gurdjeff dijo una vez que "el simbolismo debería actuar como un choque sobre nuestro conocimiento" y habló de cuatro clases de símbolos: hebreos, egipcios, persas e hindúes.

El símbolo que estudiamos aquí pertenece al simbolismo hebreo y es llamado el SELLO DE SALOMÓN.

Representa LA INTERPENETRACIÓN de DOS COSAS o de dos medios o principios de NIVELES.

Obsérvese que un triángulo termina como un mero punto en el otro triángulo donde se encuentra el vértice y la base y que hay una zona intermedia en la forma de un rombo donde los dos se mezclan, y cuatro esquinas donde no se produce la mezcla de los dos.

Si se cortara un triángulo de vidrio azul y el otro de vidrio amarillo, habría dos zonas azules y dos amarillas y una zona media verde donde los colores se mezclan.

Ahora bien, supongamos que el triángulo cuya base está arriba y cuyo vértice abajo representa un principio que tiene una dirección contraria al triángulo de amor de sí cuya base está abajo y el vértice arriba.

Y es preciso comprender que el símbolo representa una interpenetración universal de un principio superior en un principio totalmente inferior.

RECONOCER QUE HAY DOS ÓRDENES, O PRINCIPIOS, O FUERZAS, O INFLUENCIAS QUE OBRAN SOBRE LA VIDA ES EL RASGO CARACTERÍSTICO DEL CENTRO MAGNÉTICO.

Han de recordar que el centro magnético es el poder discernidor que distingue en nosotros entre las influencias A y B.

No es necesario volver a explicarlo aquí.- Las influencias A son creadas por la vida y evidentemente se relacionan con el amor de sí —amor del poder, posesiones, etc.

Pero existen también influencias inusitadas y en verdad inexplicables, y asimismo aspectos curiosos de la historia y extraños ejemplos de cosas que no tienen relación alguna con los intereses de dinero.

Esas cosas maravillosas que sobreviven en nuestra cultura, por cierto no tienen conexión alguna con el mezquino interés de sí, y son la expresión visible de otra clase de influencias que fueron sentidas y expresadas por aquellos que poseían un centro magnético, y fueron traducidas en arquitectura, pintura, poesía, literatura, escultura, santidad, enseñanza, caballería, sin estar relacionadas con el inmediato afán de lucro personal o la búsqueda de ventajas.

A menos que esta maravillosa oleada de fuerza, esta luz extraordinaria, siga siendo transmitida de mil maneras diferentes, no seremos otra cosa que bárbaros —esto es, no tendremos idea alguna fuera del amor de sí y su codicia y estrechez de miras—.

En verdad se suele decir que una persona puede reconocerlo todo teóricamente, sin ver su propia condición a este respecto.

Uno de los objetos de la observación de sí es llegar a percibir los propios motivos.

Este no es un proceso agradable y fácil.

Basta preguntarse algunas veces a sí mismo:

"¿Por qué estoy haciendo esto?" o "¿Por qué estoy diciendo esto?" o "¿Por qué estoy comportándome de esta manera?" o "¿Por qué estoy escribiendo esto?"

Por más que nos cubramos con los vestidos imaginarios de la hipocresía, estas cuestiones tienden a desvestirnos.

A este respecto deberíamos comprender que El Trabajo es terrible y no puede ser negado.

La gente se imagina que puede fingir.

Es imposible.

Sólo lo que es verídico puede permanecer.

Cuando profundizamos más en la observación y el conocimiento de sí, es preciso renunciar a las manifestaciones del amor de sí, que se disfrazan de algo genuino.

Recuerden lo que se dice del Trabajo en el Apocalipsis: "Y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña, la mente y el corazón, y os daré a cada uno según vuestras obras" (Ap. II, 23).

El objeto de este Trabajo es separarnos de lo que es falso.

Una vez les dije que cuando yo y mi mujer fuimos al Instituto de Francia nos advirtieron "Aquí la personalidad no tiene derecho a existir".

Cuanto mayor sea el amor de sí, menos puede permitirse su existencia.

Qué viaje tan largo es.

Empero es un viaje real.

Existe. No es una invención.

La enseñanza esotérica no es una cosa imaginaria.

Es una de las cosas más reales en el mundo —más real que un cheque, más real que una casa, más real que otra persona—.

Por eso hablamos ahora de una honradez más profunda, de una sinceridad más profunda consigo mismo, que no tiene nada que ver con las exigencias de la vida.

Regresaremos ahora al triángulo superior que está invertido con relación al triángulo del amor de sí —esto es, la vida—.

Si se tiene la certidumbre que esta vida es todo, si todas las significaciones se extraen de ella, y sólo se piensa en función de ella, luego ningún triángulo superior obra en uno.

Hemos hablado recientemente del significado y de cómo una cosa visible es una cosa y su significado es otra y cómo, si no se pudiera verlo, no podría haber un trabajo interior de separación y transformación.

Podemos transformar la vida por medio de una nueva significación.

No podemos transformar a la gente y las cosas cuya existencia nos es revelada por los sentidos.

Pero tenemos sentidos interiores.

La mente es el primer transformador.

Al pensar de un modo nuevo nuestras actitudes cambian y de este modo cambia el significado del mundo.

Pero para pensar de un modo nuevo, es preciso recibir y reconocer el nuevo conocimiento, las nuevas ideas.

Es en realidad muy sencillo, pero en nosotros surgen enormes dificultades antes de poderlo hacer, de modo que no es tan sencillo como parece a primera vista.

Es tal nuestra fijación, tal la identificación con nuestras opiniones, que en realidad es un trabajo muy dificultoso.

¿Recuerdan la alegoría o parábola de los trabajos de Hércules? Una de sus tareas era limpiar las cuadras de Augías que estaban llenas de estiércol.

¿Qué quiere decir el estiércol en el significado de las parábolas? Todas nuestras emociones negativas, nuestros puntos de vista mezquinos, nuestros valores personales, nuestro amor de sí.

Hércules desvió un río para limpiar las cuadras y asear los caballos de la mente.

El agua significa la verdad, como es sabido.

El Trabajo enseña la verdad.

¿La verdad sobre qué? La verdad sobre qué caminos, qué ideas, qué esfuerzos, son necesarios para este cambio de ser, que nosotros, creo que todos, anhelamos secretamente en el trasfondo de nosotros mismos.

Esto quiere decir que la verdad esotérica, el conocimiento esotérico, puede limpiarnos de ese continuo e inquietante sentimiento de semiculpa, que probablemente toda la gente posee.

Y una persona normal en El Trabajo significa una persona que tiene un centro magnético.

El ser normal significa esto.

SI ESTÁ CONTENTO CONSIGO MISMO, ENTONCES LE CONVIENE MUCHO MÁS SEGUIR ASÍ.

Este camino, el Camino del Buen Amo de Casa, es una línea definida de ascenso al Ser.

En un principio no se ve sentido alguno en el triángulo superior, sólo hay descontento con el triángulo inferior.

Sin embargo, éste es por lo menos genuino.

El crimen más terrible en El Trabajo es fingir —porque ello significa falta de sinceridad y El Trabajo se funda en la sinceridad.

Recuerdo lo que Gurdjeff nos dijo a todos en Francia: "¿Por qué están ustedes aquí?"

Esto nos dio qué pensar.

¿Por qué estábamos todos allí? Podía decirme a mí mismo profundamente que estaba allí a fin de no perder contacto con el Trabajo, o era todo vanidad —el triángulo inferior— ¿o qué?

Por cierto no se debía a ventajas financieras, pero veía que había en mi muchas cosas espurias.

Este es un ejemplo de CHOQUE, dado correctamente en cierto momento.

Ahora bien, hablemos del TRIÁNGULO SUPERIOR, que en principio es lo inverso del TRIÁNGULO INFERIOR, en motivo, dirección, sentimiento y pensamiento, actitud y propósito.

EL TRIÁNGULO SUPERIOR ES EL TRABAJO.

Son las influencias que provienen psicológicamente del nivel del Sol, esto es, el nivel del Círculo Consciente de la Humanidad.

Esto es al parecer vago.

Pues bien, intenten descubrirlo por sí mismos.

¿Acaso cambia a la gente?

El triángulo superior es el esoterismo.

Es pensar de una manera por completo diferente.

Es un nuevo significado, una nueva manera de tomar todo cuanto sucede en la Tierra con todos sus aconteceres recurrentes tal como los vemos a través de los sentidos.

Es un cielo, puesto sobre la Tierra de nosotros mismos.

Exige un amor muy diferente del amor de sí.

De hecho, está en contra de esa cosa llamada "sí mismo" y exige que se luche contra esa cosa llamada "sí mismo".

BUSCA ENTABLAR LA LUCHA EN CADA UNO DE NOSOTROS.

Cada IDEA DEL TRABAJO, cada idea de la enseñanza esotérica, del Antiguo y del Nuevo Testamento, y de un vasto número de otras fuentes y fragmentos, se refiere a ello.

Siempre se va en contra del amor de sí.

Ello no hace que uno se sienta más cómodo.

En absoluto.

Hace que uno se sienta primero intranquilo y luego definitivamente incómodo en su fuero interno —pero con una dirección.

Todo esto va en contra de la satisfacción del amor de sí— de esa persona que sueña que es y no es, de esta quebradiza máscara de vida de sí mismo.

Si nunca aplica el Trabajo, si nunca se observa a sí mismo por medio de la enseñanza del Trabajo, si nunca se juzga a sí mismo desde el Trabajo, seguirá siendo lo que es.

Se necesita una chispa.

Es menester prender fuego.

ES NECESARIO VER QUE ESTAMOS EN PRESENCIA DE ALGO REAL —SÍ, REAL, PERO BELLAMENTE HECHO, Y MUY GENTIL, MUY DELICADO Y HERMOSO.

Sólo cuando aparecen nuevas emociones, que captan y transmiten el Trabajo, tienen eficacia los pensamientos y reflexiones personales sobre El Trabajo.

Si en realidad no necesita el Trabajo, nunca le podrá ocurrir algo real.

¿Cómo podría ocurrirle? ¿Y cuánta gente necesita en verdad el Trabajo? Repito esta pregunta: "¿Por qué están ustedes aquí?" Recuerden lo que se dice en Hebreos:

"Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta"
(Heb. IV, 12, 13).

Como se dijo, ESTOS DOS TRIÁNGULOS INVERTIDOS, este símbolo hebreo llamado EL SELLO DE SALOMÓN, que pertenece desde luego a la parte esotérica y no a la literal del hebraísmo, nos transmite la enseñanza de que siempre hay un nivel superior obrando sobre el nivel inferior.

Pero esto no significa que el nivel inferior lo reciba.

La misma idea está contenida en El Trabajo cuando se dice que los centros superiores están plenamente desarrollados y trabajan constantemente aun cuando los centros inferiores no puedan captar su significado.

Si en algún momento pudiéramos dejar de identificarnos con nosotros mismos, dejaríamos de seguir las influencias del triángulo inferior y podríamos recibir las influencias del triángulo superior, pero durante mucho tiempo no seríamos capaces de comprenderlas.

Los pensamientos y los sentimientos enteramente nuevos, no serían reconocidos o nos parecerían pura insensatez.

Cuando un hombre posee un centro magnético, cuando este hecho caracteriza su nivel de ser, ya tiene algún sentido del triángulo.

Pero si está completamente sumergido, por entero identificado con el triángulo inferior —esto es, con todo lo que pertenece al amor de sí, su propio interés, todo cuanto pertenece a sus sentidos— todo lo que es literal, es por entero insensible al triángulo superior y busca interpretar la vida en función de sí mismo.

Para él no hay nada más.

Maurice Nicoll

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