jueves, 19 de julio de 2012

LA ILUSIÓN DE UNIDAD EN EL HOMBRE



LA ILUSIÓN DE UNIDAD EN EL HOMBRE

Retornemos a la ilusión mantenida por todo hombre de que él es uno.

Esta ilusión existe en cada uno de nosotros.

Solo se la puede descubrir gradualmente por la observación personal.

Cada uno de ustedes se atribuye la posesión de la individualidad y no solo de la individualidad sino de la plena conciencia y voluntad.

Pero, como es sabido, el sistema de ideas que estamos estudiando enseña que el hombre no es uno, sino muchos —es decir, no es un individuo, sino muchos individuos diferentes— y también que no es propiamente consciente sino que está casi siempre dormido, sumido en sueños, en imaginaciones, en consideraciones interiores, en emociones negativas, y de resultas de ello no se recuerda a sí mismo y de este modo, despilfarra y destruye su vida interior, y vive en una especie de penumbra, y, finalmente, no posee una voluntad sino muchas voluntades diferentes que están en conflicto una con la otra y actúan en distintas direcciones.

Si el hombre fuera una unidad en lugar de ser una multiplicidad, tendría verdadera individualidad.

Sería uno y así tendría una voluntad.

Por lo tanto, la ilusión que el hombre tiene de ser uno se refiere a una posibilidad.

El hombre puede lograr la unidad de ser.

Puede lograr su verdadera individualidad.

Pero precisamente esta ilusión es la que ante todo se opone al logro de esta posibilidad.

Porque mientras el hombre imagine que tiene algo, no se empeñara en buscarlo.

¿Por qué el hombre habría de luchar por algo que ni siquiera por un momento duda de poseer?

Este es uno de los efectos de la imaginación, que suple lo que falta, y que nos hace aparecer como si fuéramos esto, o aquello, cuando en realidad somos todo lo contrario.

En este trabajo se repite constantemente que debemos luchar contra la fantasía, y es preciso que comprendan que esto se refiere también a LA FANTASÍA ACERCA DE NOSOTROS MISMOS.

Es menester luchar contra LA FANTASÍA ACERCA DE NOSOTROS MISMOS, no solo porque nos inculca falsas experiencias, emociones artificiales y a menudo nos pone en situaciones ridículas, sino porque detiene toda posibilidad de crecimiento interior.

Y ahora es fácil ver porque esto es así fundándonos en lo que ya se ha dicho.

Porque si imaginamos que tenemos ya las cualidades de ser que distamos de poseer, no hay esperanza alguna de llegar a tenerlas.

Nuestra imaginación suple esta carencia.

De hecho, nunca sabremos que nos falta algo en lo tocante a nosotros mismos, es decir, respecto de la cualidad de nuestro ser y creeremos que las únicas cosas que nos faltan son la estimación, la fama, el dinero, las oportunidades u otras cosas externas, pero en cuanto a nosotros mismos en realidad nada nos falta.

Es preciso comprender que la ilusión es algo muy real y definido en sus efectos.

La fantasía es meramente nada, "nada sino imaginación", como se suele decir.

Es algo muy poderoso en verdad.

Es una fuerza real que actúa universalmente sobre la humanidad y que mantiene al hombre en estado de sueño, ya sea al hombre primitivo o al civilizado.

Y mientras un hombre no conozca que es el recuerdo de sí —es decir, mientras no alcance el tercer estado de conciencia— la fuerza que se manifiesta como imaginación en los dos estados inferiores de conciencia no está correctamente encaminada y por lo tanto actúa en contra de él.

Como hemos visto, el hombre imagina que es uno y debido a esta ilusión no puede moverse de donde está en si mismo.

Cada hombre esta, en él mismo, en cierta etapa de sí mismo, y nadie puede salir de esa etapa donde está en él mismo a menos que VEA muy distintamente por sí mismo que no es una y la misma persona, sino diferentes personas y que seguir pensando que es solo uno no deja de ser una falsa ilusión.

Esta comprensión, esta percepción interior, cambia el sentimiento de una persona acerca de sí.

Cambia, o empieza a cambiar, su sentimiento de "Yo".

Mientras siga viviendo en la ilusión de que es una, tiene un sentimiento equivocado del "Yo".

Pero no lo sabe, ni tampoco sabe que a causa de ello no solo su vida es equivocada, y sus relaciones con los demás son equivocadas, sino que su propia evolución se vuelve imposible.

Porque un hombre no puede cambiar mientras se atribuya la unicidad de ser, porque entonces todo en él es él mismo.

Atribuirá a si todo cuanto es bueno o malo en él mismo.

Sera responsable de cada pensamiento y de cada estado de ánimo, por tomar todo en sí mismo como él mismo, porque si cree que todo lo que piensa y hace y dice, lo piensa y hace y dice desde sí mismo, entonces será suyo porque lo atribuye, todo a sí mismo.

La ilusión de que siempre es una y la misma persona y que tiene plena conciencia de todo, y que tiene voluntad y así se controla a sí mismo, lo dejará totalmente ciego para el hecho de que no es el origen consciente de todo lo que piensa, dice y hace.

La observación de si le mostrará que no tiene prácticamente control de sus pensamientos y que ni siquiera puede detener su pensamiento aunque trate de hacerlo pues — los desee o no— pensamientos de toda clase se suceden en su mente.

Y ocurre lo mismo con sus sentimientos y sus estados de ánimo, y con sus palabras y sus acciones.

Pero si admite que tiene plena conciencia de todo cuanto dice y hace y pleno control de sus pensamientos y estados de ánimo y sentimientos y es siempre una y la misma persona, todo esto permanecerá oculto, disimulado por el poder de su propia imaginación, y el pleno sentido de sí mismo, el pleno sentido de "Yo", y sus relaciones con los estados interiores, serán falsos.

Pero si un hombre, mediante la práctica y sincera observación de si, ya no cree más que es uno y ya no atribuye a esa única persona imaginaria todo cuanto existe y todo cuanto penetra en su mundo interior, para él el cambio se hace posible.

Porque un hombre sólo puede ser ayudado a través de lo que cree.

Si cree que es uno, la ayuda no puede llegarle, porque atribuye todo a sí mismo y de este modo no solo es culpable de todo, sino que está por completo lleno de sí mismo, y no queda lugar para otra cosa.

Pero cuando un hombre ve que no tiene derecho a pensar sobre sí mismo como si fuera uno, y que muchas personas diferentes y algunas muy desagradables existen en él y que en modo alguno tiene plena conciencia y además carece de voluntad individual, aunque esto vaya en contra de su vanidad y de su orgullo, es el punto de partida para la transformacion de su ser.

Maurice Nicoll

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