jueves, 30 de agosto de 2012

-LAS ESCUELAS GNÓSTICAS-



-LAS ESCUELAS GNÓSTICAS-

La Gnosis no es una doctrina nueva creada por El Divino Maestro JESÚS EL CRISTO, sino que se trata de la antigua Sabiduría que se pierde en la noche de los tiempos. A través del estudio de esta sublime enseñanza se comprende que, entre otras cosas, la Gnosis es la fuente original de toda forma religiosa.

Si investigamos el Cristianismo se comprende fácilmente que, en sus orígenes, es una religión emanada de esta Sabiduría Inmortal. “Esta es la Gnosis de Jesús de Nazareth, la Gnosis de los Esenios, de los Peratas, la Gnosis de la primitiva y verdadera Iglesia Cristiana, que sale al encuentro en esta Era de Acuario.”

La formación y doctrina de Jesús

Jesús de Nazareth perteneció a la secta de los Esenios, estudió la sabiduría hebraica y tuvo, durante su infancia, a los maestros rabinos: Elchanam y Jehosuah Ben Perachiah.

Jesús, en esta desconocida etapa de su vida, aparte de adquirir profundos conocimientos del Zohar, el Talmud y de la Torah, realizó numerosos viajes por Europa, perteneció a una Escuela de Misterios del Mediterráneo y estudió en la pirámide egipcia de Kefrén, además de viajar por Caldea, Persia, India y el Tíbet.

Ciertamente, fueron tremendos los conocimientos que adquirió a través de sus numerosos viajes y en las diferentes escuelas mistéricas de su época. Y fue posteriormente cuando regresó a su tierra para cumplir la misión más grandiosa de los siglos: abrir públicamente el sendero de la Iniciación para todos los seres humanos.

Hasta entonces, la Gnosis, la Santa Doctrina Crística, se conservaba en secreto dentro de los Misterios Iniciáticos de Egipto, Troya, Roma, Cartago, Eleusis, etc. En estas escuelas sólo podían ingresar a la Iniciación los sacerdotes de las castas privilegiadas. Allí se impartían las enseñanzas por medio de representaciones teatrales en las que se narraban antiguas leyendas divinas y dramas religiosos, uno de los cuales era el “Drama del Cristo Cósmico”.

Jesús representó el drama de la Pasión Crística en los templos y más tarde lo vivió dolorosamente, de forma pública, sobre las viejas calzadas de Jerusalén, la ciudad querida de los Profetas. De esta forma se abrieron las puertas del templo a todos los seres humanos.

Por lo tanto, la doctrina que el Gran Kabir Jesús enseñó, no la sacó de su propia cosecha sino que es una doctrina cósmica que existió antes de él y seguirá existiendo siempre. El gran hecho de Jesús fue haberla enseñado en forma alegórica, o simbólica, en el mundo físico para que la gente la comprenda.

Así, actualmente, algunos autores llegan a entender este hecho, como John Robertson que dice: “El relato evangélico acerca de los sufrimientos de Jesús, leído con atención, produce una impresión algo extraña: como si no fuera una obra literaria sino una representación teatral... Algo así como la escenificación de un acto ritual.”

En los siglos siguientes, las Escuelas de Misterios cerraron en el mundo físico, mas la síntesis de la sabiduría que atesoraban quedó reflejada en la doctrina de Jesús.

La renovación religiosa

Hace veinte siglos, con Jesús el Cristo, se originó una renovación espiritual, apareció una nueva forma religiosa, el cristianismo; pero lo cierto es que los principios religiosos eran los mismos que siempre habían existido. En el fondo, todas las religiones atesoran el mismo conocimiento: la Verdad.

Si hacemos un estudio comparativo de las religiones de todas las épocas observamos que las formas religiosas se han ido sucediendo unas a otras a través de miles de años y que contienen, siempre, los mismos principios inmutables de la Verdad.

Por ello no es de extrañar que, bajo el nombre de “cristianismo”, se formara nuevamente la organización clerical con los mismos atributos, ceremonias, mitras y liturgias de religiones anteriores. La forma religiosa grecorromana se degeneró y murió pero sus principios continuaron con el cristianismo.

En los últimos tiempos de las religiones que precedieron al cristianismo, ya las gentes se reían de los mitrados y los sacerdotes andaban vagabundos por las calles convertidos en titiriteros o pedigüeños, muchos se hacían pasar por adivinos y eran apedreados en las calles. Las multitudes no respetaban esas formas religiosas y en consecuencia desaparecieron.

Es entonces cuando los Eternos Principios Religiosos se revisten con nuevas formas para iniciar una nueva Era con Jesús el Cristo. Así nació el cristianismo.

Se puede asegurar que la obra de Jesús fue una necesidad de la época porque la antigua forma religiosa de los romanos iba hacia su completa degeneración y muerte. Pero lo que Jesús fundó fue la Iglesia Gnóstica no la Iglesia Católica que es una desviación, una rama desprendida de la Santa Gnosis.

La Gnosis en el primitivo Cristianismo

Al investigar en el naciente y primitivo Cristianismo se descubre la base gnóstica con la que se formó. Necesitamos volver al punto de partida, regresar a la Santa Gnosis del Hierofante Jesús el Cristo, retornar al cristianismo primitivo, al cristianismo de la Gnosis”.

La Historia nos explica de las grandes dificultades por las que pasó el cristianismo primitivo. Dificultades externas con persecuciones, catacumbas, martirios y luchas internas entre las distintas corrientes, pensadores y centros cristianos.

A partir del siglo IV se impuso la secta Católica Romana y ésta rechazó y consideró heréticas las anteriores, las primeras formas del cristianismo, y se aleja de la primigenia y original que es el Cristianismo Gnóstico.

La Gnosis, en los primeros tiempos de la Era cristiana, fue aceptada y valorada muy positivamente, quedando testimonio de ello en textos evangélicos, Hechos de los Apóstoles, escritos de los Padres de la Iglesia, etc.

Se puede observar como el término “Gnosis” aparece traducido como “conocimiento” o “sabiduría” en muchos versículos de los Evangelios: “Os ha sido dado conocer los misterios del reino de los Cielos” (Lucas 8,10). “A vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído de mi Padre os lo he dado a conocer” (Juan 15,15). “...Y esta es la Vida Eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero” (Juan 17,3). Etc.

Respecto a los primeros Padres de la Iglesia (Ireneo, Orígenes, Clemente de Alejandría, etc.) la idea tan extendida de que fueron enemigos de la Gnosis, es totalmente falsa. Al estudiar sus textos se evidencia, con sorpresa, que unas veces hablan muy bien de la Gnosis y otras veces parecen atacarla.

Entonces se comprende que éstos lo que predicaron fue la verdadera Gnosis y atacaron la que se había falsificado y adulterado por algunos neocristianos desviados. A continuación se exponen algunas frases donde esto queda recogido:

“La verdadera Gnosis es la doctrina de los apóstoles”. Ireneo (Adversus haereses, IV, 33. Pág. 67).

“El verdadero objeto de la fe es la Gnosis”. Clemente de Alejandría (Stromata, II.11).

“Creer es aceptar el credo, mientras que la Gnosis equivale a conocer a Dios por vía mística, constituyendo el perfeccionamiento o último estadio de la vida de la fe”. Orígenes (Comentarium in Joanem. X. 3,7- Pág.14,373)

Causa original por la que se marginó a la Gnosis

Al pasar el tiempo, parte de los primeros cristianos, rechazaron la Gnosis porque sólo llegaron a conocer una parte simbólica, cargada de mitos y leyendas que calificaron de fantasía, y empezaron a negar que Jesús y sus discípulos tuvieran verdaderas enseñanzas esotéricas.

Pero al analizar los hechos se comprueba que, desde siempre, todas las religiones, incluido el judaísmo, transmitían parte de sus doctrinas sólo a individuos seleccionados a través de ritos sagrados, objetos simbólicos, juramento de silencio, formación de castas privilegiadas, etc.

También el Nuevo Testamento está lleno de elementos esotéricos (ritos antiguos, símbolos, parábolas, mantrams, milagros, etc.). Por ejemplo en el Evangelio de Marcos (4,10) se explica la diferencia entre las enseñanzas que Jesús daba en público y las que daba a sus discípulos más cercanos:

“Cuando se quedó solo, le preguntaron los que estaban en torno suyo con los doce acerca de las parábolas; y Él les dijo: A vosotros os ha sido dado a conocer el reino de Dios, pero a los otros de fuera todo se les dice en parábolas para que mirando, miren y no vean; Oyendo, oigan y no entiendan...”

También, los primeros Padres de la Iglesia hablan en sus escritos de la tradición esotérica del cristianismo:

-Orígenes (en Com. Math. XIV,2): “Los evangelistas mantuvieron oculta (Apokryphan) la explicación que Jesús daba de la mayor parte de las parábolas”.

-Clemente de Alejandría (Stromata 13,2;15,2) explica que existen unas enseñanzas reservadas a unos pocos, transmitidas oralmente y que constituían la tradición gnóstica: “A Santiago el Justo, a Juan y a Pedro, confió el Señor, después de su resurrección, la Gnosis; éstos la comunicaron a los demás apóstoles y los otros apóstoles la confiaron a los setenta, uno de los cuales era Bernabé” (Hist. Eccl. II 1,3-4. Eusebio de Cesarea)

Así fue como, después de varias generaciones de cristianos, el rechazo al esoterismo provocó que, en adelante, la Gnosis cristiana y la enseñanza esotérica sobrevivieran disimuladas y al margen de las instituciones oficiales de la dogmática ortodoxia romana.

Origen del Gnosticismo

Hoy, ninguna persona culta caería, como antaño, en el error simplista de hacer surgir las corrientes gnósticas de alguna exclusiva latitud espiritual. Es obvio que el gnosticismo es anterior a la predicación del Evangelio y que los principios gnósticos aparecen, casi mágicamente, en todas las grandes filosofías y religiones antiguas ya que la Gnosis es el Divino Saber que los Dioses de la Aurora revelaron a los hombres. Por lo tanto, la Gnosis, es un funcionalismo muy natural de la Conciencia, una “Philosophia perennis et Universalis”.

Principales Grupos Gnósticos Cristianos del s. I y II

Según Krumm-Heller, estas sectas y escuelas, lucharon para que el naciente cristianismo conservara todos los misterios de las antiguas religiones. A pesar de que la Iglesia Católica, a lo largo de la historia, los calificó de herejes y ha querido olvidarlos, hoy vuelven a resurgir las investigaciones sacando a la luz aspectos que habían permanecido escondidos y que nos ayudan a comprender el verdadero esoterismo de la doctrina cristiana gnóstica.

LOS ESENIOS

Esta secta judía existía ya en el siglo II a.C. y sobre la etimología del nombre, Filón da dos orígenes posibles, uno del griego “Oisoi” (los santos) y otro del hebreo “Has´îm” (los silenciosos).

Hasta hace unas décadas se hablaba del “gran enigma de los esenios” ya que los únicos datos que se conocían se encontraban en algunos escritos de Filón, Flavio Josefo y Plinio el Viejo. Pero, cuando en 1947, aparecieron los manuscritos de Qumran, se pudo identificar a los miembros de la secta del Mar Muerto con los esenios por las coincidencias entre los textos descubiertos y la documentación existente aportada por los autores antes citados. Los esenios, ante todo, fueron sabios, en el sentido más completo de la palabra.

De las investigaciones hechas sobre estos documentos se puede extraer que los esenios conocieron la sabiduría antigua y se dedicaron a trabajar sobre sí mismos desde un punto de vista psicológico, es decir, se dedicaron a la “Muerte del Yo” hasta conseguir el despertar de la Conciencia, practicando la alkimia sexual y conociendo que la alkimia del amor es la fuerza maravillosa que despierta los poderes místicos del hombre. También conocían la doctrina de la resurrección de los muertos que Jesús enseñó y demostró a la Humanidad.

Entre los rituales que practicaban destaca el del “Ágape Sagrado” que, posteriormente, el gran Maestro Jesús celebró con sus apóstoles en la Última Cena. Por lo que, es obvio que Jesús, el Divino Rabí de Galilea, fue miembro activo de esta casta de místicos que jamás se cortaban el cabello y estudió en el convento que tenían a orillas del Mar Muerto.

El sistema de enseñanza adoptado por Jesús fue el de los esenios y es lógico que Marcos, el gran gnóstico evangelista, perteneciera también a esta secta y cuidara especialmente el ritual de la “Santa Unción”.

Tanto los estudiosos de la Historia, como algunos Maestros Gnósticos, nos ratifican que los esenios fueron gnósticos al cien por cien y que sus rituales gnósticos fueron los rituales primitivos de los antiguos cristianos.

LOS NAZARENOS

Inicialmente, se llamó así a la nueva secta judía seguidores de Jesús, el nazareno. Palabra derivada de “nazar” (Hombre de nariz recta; Jesús, en lugar de la típica nariz curvada de tipo judío, tenía la nariz recta pues por parte de padre era de raza blanca céltica).

La doctrina del nazareno nos invita a la formación de nuestro Cristo Interior. Pablo de Tarso, gnóstico nazareno, predicó esta enseñanza cuando llegó encadenado a Roma y la difundió por muchos puntos del Imperio Romano.

Estudiando cuidadosamente a Pablo, se observa que raramente alude al Cristo histórico sino que se refiere al Cristo Interior, el que debe surgir del fondo de nuestro Espíritu, de nuestra Alma.

Pensar que el Cristo Cósmico es solamente un individuo sagrado llamado Jesuá Ben Pandirá, que se conoció hace dos mil años y que enseñó la doctrina de los gnósticos, realmente no es comprender a fondo los Misterios Crísticos. Se sabe por la enseñanza gnóstica que el Cristo es una fuerza cósmica que se encarna en todo individuo debidamente preparado, como lo fue Jesús, y que inútilmente habría nacido, muerto y resucitado Jesús sino naciera, muriera y resucitara en nosotros también. Esta es la doctrina, la naturaleza del “Salvator Salvandus”.

La Gnosis, a través de los tres factores de la revolución de la Conciencia, enseña todas las claves para comprender al Cristo, para celebrar, algún día, la “Navidad del Corazón”.

El Maestro Huiracocha (Krumm-Heller), en su libro “La Iglesia Gnóstica”, explica que los esenios tenían como objeto sagrado un cáliz en el cual tomaban una mezcla de vino y agua y que jamás faltaba sobre los altares el símbolo de la serpiente.

Los nazarenos también eran conocidos como bautistas, sabeanos y cristianos de San Juan. Los gnósticos bautistas aseguraban que el verdadero Mesías era Juan y que Jesús tan sólo era un iniciado que quiso seguirlo, por lo que surgieron disputas entre bautistas, esenios y otros grupos.

El error de tales gentes consistía en la absurda creencia de que el Kabir Jesús no era el Hijo de Dios sino sencillamente un profeta que quiso seguir a Juan.

Orígenes explicaba: “existen algunos que dicen de Juan el Bautista que él era el Ungido (Christus)”(Vol. II Pág.150). “Cuando las concepciones de los gnósticos, que veían en Jesús el Logos y el Ungido, empezaron a ganar terreno, los primitivos cristianos se separaron de los nazarenos porque acusaban a Jesús de pervertir las doctrinas de Juan y de cambiar por otro, el bautismo del Jordán” (Codex Nazarenus II, Pág.109).

No está de más aseverar, con gran énfasis, el hecho transcendental de que el Bautista era también un “Christus”.

PERATAS o PERATICENOS

Se les considera como una de las escuelas o sectas de la Gnosis de los primeros siglos. El conocimiento que se tiene de ellos es a través de los “Philosophumena” o “Refutación de todas las herejías”, libros atribuidos a Hipólito, aunque suelen agruparse entre las obras de Orígenes. En estos libros se explica que el nombre de “peratas” se debía a que eran los únicos que podían pasar (“perasai”) a través de la corrupción de la época.

La doctrina de los peratas, leída a la “letra muerta”, resulta algo caótico y fantástico por estar llena de simbolismos y mitos. Por medio de autores como Krumm-Heller, sabemos que estos gnósticos eran de una alta moral y conocían los grandes secretos de la Naturaleza.

Su doctrina se basaba en la división del mundo en un trío: la primera parte de esa tríada es la Perfección o “Dios Causa”, la segunda es el mundo Astral y la última el mundo físico o visible. Desde el mundo superior se esparce toda semilla para que fructifique en el mundo físico y entre ambos mundos existe un mediador, el Crestos, por cuyo auxilio es posible llegar a la perfección.

Este mito recuerda a muchos otros, como el utilizado por Platón o por la Kábala hebraica que explica el origen de la vida en los Mundos Superiores pasando por diferentes esferas hasta llegar al mundo físico y desde el que se necesita de la Gnosis y del auxilio divinal para reconquistar aquel mundo o estado superior del que caímos.

Los peratas cantaban a la belleza y decían que su secreto está en lo “masculino-femenino” que, aprovechado debidamente, nos mantiene siempre jóvenes. Afirmaban que existen dos formas de nacimientos, del primero salen hombres condenados a muerte y del segundo, de la concepción del Espíritu Santo, salen ángeles, por lo que consideraban que el deber del hombre es evitar la concepción carnal y lograr la espiritual. El paso del hombre carnal al espiritual lo relacionaban con el paso del pueblo de Israel por el Mar Rojo, a la vez que daban gran importancia a la continuación del pasaje bíblico donde Moisés mostraba a su pueblo la serpiente sobre una vara.

Es decir, los peratas, enseñaban a sus adeptos los Misterios de la Serpiente, que ha de ascender por el canal medular de todo iniciado mediante el Gran Arcano A.Z.F.


NAASENOS

Este grupo es una variante de las sectas gnósticas en los siglos I y II, toman su nombre de la palabra hebrea “Nahas” que significa serpiente. En griego, serpiente es “ophis, por eso los naasenos griegos se llamaban “ophitas”.

Esta secta tuvo una considerable importancia en los primeros siglos de nuestra Era. Adoraban a la serpiente y por este motivo se les consideró heréticos. En sus escritos describen al hombre como un trío de cuerpo, alma y espíritu. Resulta interesante que, en esta época tan materialista, la antigua sabiduría nos recuerde cual es nuestra verdadera identidad: aquello que no tiene fin, el Alma, el Espíritu. Hoy en día, es la Gnosis de Samael y Litelantes la que nos enseña a tomar conciencia y a desarrollar las facultades del Alma, para venerar el verdadero Espíritu, a nuestro Dios interior.

Los naasenos tomaron la forma de su culto de los egipcios, representando a Hermes con el título de “dador de la razón” ya que éste comunicaba los misterios alquímicos.

Conocían el poder del sonido y lo empleaban en la magia sacra. El antiquísimo mantram “Kawlakaw-Sawlasaw-Zeesar” era pronunciado secretamente (Kawlakaw hace vibrar el hombre espíritu, Sawlasaw hace vibrar la humana personalidad y Zeesar hace vibrar el astral del hombre).

Eran grandes astrólogos y representaron al dragón (reflexión del Logos) en una constelación (Draco). Este dragón en su aspecto superior es el “Aja” hindú, el Prometeo griego o el Lucifer cristiano; el mismo Logos, el “nacido por sí”. Todo Hierofante (Maestro autorrealizado) es un verdadero Dragón de la Sabiduría.

SETIANOS

Secta ofítica del siglo II de la Era cristiana. Las referencias más antiguas de este grupo se encuentran en los escritos de Hipólito y Epifanio.

Los setianos rendían culto a la Sabiduría Divina. Los tres hijos de Eva (Caín, Abel y Set), formaban una tríada; donde Caín representaba a la “carne”, Abel era el “mediador”, y Set el Dios de la Sabiduría.
Además afirmaban que Cristo y Set eran lo mismo, puesto que ambos eran Hijos de la Sabiduría.

En el libro bíblico del Génesis encontramos referencias que pueden aclarar estos aspectos:

“Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha dado otro descendiente en lugar de Abel, a quien mató Caín” (Génesis 4, 25).

Caín se alejó de la presencia del Señor y al desaparecer Abel, quien representa al hombre justo, es sustituido por Set que da lugar a la descendencia de hombres cumplidores de la Ley de Dios.

Los setianos adoraban la Gran Luz. Decían que el Sol, en sus emanaciones, era sustancia divina, la cual forma nido en nosotros y constituye la serpiente.

Ciertamente, el Cristo sin la serpiente nada podría hacer, por ello el Señor de Perfección, el Logoi íntimo de cada cual, desciende de su elevada esfera y se hace hijo de la Divina Madre Kundalini, la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes, por obra y gracia del tercer Logos.

En su doctrina, explicaban que el hombre sólo debía temer a la Oscuridad y que la Luz, aprisionada por las Tinieblas, trata de liberarse. Esta lucha entre la luz y las tinieblas es una constante en las antiguas tradiciones gnósticas y podemos comprobar en nuestras vidas, la necesidad que tenemos de liberar la Luz de la Conciencia, embotellada en el Ego.

Los setianos representaban, en los misterios, a la Luz por un anciano; y a la Oscuridad por una mujer joven y hermosa. Los poetas, en sus odas, cantaban esa persecución...

Esta secta gnóstica tenía, como objeto sagrado, un cáliz (el Santo Grial) en el cual bebían una mezcla de vino y agua. Tampoco faltaba sobre el altar el símbolo sagrado de la serpiente y “el discurso de Set” era su libro sagrado.

JUSTINIANOS

Grupo gnóstico formado por Justino, mártir nacido en Samaria y del cual se dice que se convirtió al cristianismo en el año 130, tras pasar por diversas escuelas (pitagórica, aristotélica, platónica...).

En sus enseñanzas, afirmaba que las verdades que aparecen en la filosofía pagana, tienen su plena expresión en el cristianismo. Escribió varias obras, muy censuradas y cambiadas por la Iglesia Católica según Krumm-Heller. Por ser gnóstico, la Iglesia Católica quemó muchas de sus verdaderas obras y reformó otras sustituyendo nombres, por lo que evidentemente, la imagen que la Iglesia Católica ofrece de Justino, no tiene nada que ver con la realidad histórica de éste.

Fue el autor del “Apocalipsis de Baruc”, que dista mucho de ser el que actualmente se conoce (el verdadero está en poder de varias sociedades secretas). Según Justino, Baruc fue el Ángel que inició a Jesús en los Sagrados Misterios.

Justino fue un gran iniciado y su fama llegó a ser universal. No pudiendo la Iglesia Católica, dada su fama, dejar de explotar su nombre, guardó sus verdaderos libros y le atribuyó otros bien distintos que jamás hubiera escrito.

En su escuela, se solicitaba a sus discípulos un juramento tremendo, por el que se obligaban a no revelar jamás cuanto les era enseñado sobre los grandes Misterios. Obviamente, Justino participaba y hacía partícipes a sus discípulos más avanzados de la tradición esotérica gnóstica.

VALENTINIANOS

Valentín fue un gran Maestro de la Gnosis y fundó la escuela gnóstica más conocida del siglo II. Los valentinianos fueron gentes dedicadas a los estudios del esoterismo Crístico en todos sus aspectos.

Valentín, alcanzó gran fama en su época y fueron muy grandes sus luchas por mantener la pureza de la Gnosis Cristiana. Sostuvo que Jesús fue gnóstico, en toda la extensión de la palabra y que la Iglesia Católica no podía interpretar las escrituras porque le faltaba la clave gnóstica.

La Iglesia Católica terminó excomulgándolo por hereje. Según Krumm-Heller, la herejía consistía en poseer un conocimiento muy profundo y trascendente, junto con sus acreditadas virtudes; especialmente sus grandes poderes como mago, despertaron los celos y la ira de sus adversarios.

Sus libros fueron adulterados con el fin de velar su verdadera doctrina.

Lo más conocido entre las enseñanzas de esta escuela es el llamado “Mito de Valentín” que sirve como modelo de mito, y queda plasmado, de una forma más o menos manifiesta, en todo sistema gnóstico definido.

El “mito de Valentín” nos muestra a los treinta Aeones Pleromáticos surgiendo misteriosos de entre el Espacio Abstracto Absoluto por emanaciones sucesivas y ordenadas en parejas perfectas. Es decir, del Absoluto emanan, en parejas perfectas, los creadores del Universo.

Estos Cosmocratores son andróginos perfectos que emanan del “Agnostos-Theos”, del Dios desconocido que es el Absoluto. Éstos son los Elohim de la Biblia que vienen a construir el Universo (“Elohim” se traduce como “Dios” en las variadas versiones que existen de la Biblia, aunque la traducción correcta sería “dioses y diosas” por ser un término femenino con terminación plural masculina: “Y el espíritu de los principios masculino y femenino se cernía sobre la superficie de lo informe y la creación tuvo lugar”).

En esta escuela gnóstica también se estudiaron y analizaron cuidadosamente los misterios del sexo. Los valentinianos conocieron el secreto lemúrico, sublimaron la energía creadora y lograron el desarrollo de ciertas posibilidades psíquicas que se hallan latentes en la raza humana. Ciertamente, Valentín fue un gran Iluminado, un gran Maestro en el sentido más completo de la palabra.

CARPOCRATIANOS

Escuela fundada por Carpócrates en Alejandría, a principios del siglo II.

Carpócrates, fue un filósofo griego, autor de un sistema místico-gnóstico con mezcla de elementos de la doctrina platónica y la Doctrina Gnóstica, en el que se habla muy profundamente de la Mónada o Principio de Vida, que da forma a todo mundo, organismo, microorganismo, etc.

En sus predicaciones, Carpócrates, aseguraba que Jesús había desarrollado la clarividencia, de tal manera, que podía recordar todo lo visto y vivido por él en otros mundos y en otros cielos. Esto se corresponde con lo que Jesús le dice a Nicodemo refiriéndose a que él (Jesús) sólo habla de las cosas terrenales o celestiales que ha visto y que los hombres no alcanzamos a ver ni a comprender. “En verdad, en verdad te digo que nosotros hablamos de lo que sabemos y de lo que hemos visto damos testimonio. Si hablándoos de cosas terrenas no creéis, ¿cómo creeríais si os hablase de cosas celestiales?” (Juan 3, 11-12).

Krumm-Heller especifica que este filósofo griego fundó las primeras escuelas místicas (conventos) del gnosticismo. Algunos de estos conventos carpocratianos se establecieron en la Península Ibérica en los primeros siglos.

Carpócrates fue un verdadero mago, enseñando ampliamente en sus conventos la magia ceremonial. Algunas sociedades secretas aún conservan conocimientos muy trascendentes de este Maestro y todavía se siguen utilizando sus fórmulas para la preparación de medicamentos.

Como conclusión se podría decir que en todas las sectas cristianas primitivas, se observa que brilló resplandeciente la Gnosis, la doctrina de la síntesis. En todas ellas se estudió profundamente la doctrina esotérica del Cristo, de la Magia Sexual y de la disolución del Yo. Se deduce de todo esto que, si los sacerdotes del cristianismo no se hubieran apartado de la Gnosis primitiva, el cristianismo de estos veinte siglos hubiera sido muy diferente.

Es el momento de que la Iglesia de Cristo, la que predicó Jesús, salga de nuevo al encuentro de la Humanidad por medio de la Gnosis del Maestro Samael Aun Weor y la Maestra Litelantes.

Texto tomado del “Círculo de Investigación de la Antropología Gnóstica”.

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