viernes, 31 de agosto de 2012

-TOMAS DE KEMPIS-



-TOMAS DE KEMPIS-

¡Dichoso el hombre a quien la Verdad misma enseña, así como ella es, no por medio de figuras y voces que mueren!

El pensamiento y el sentido con frecuencia nos engañan, y poco es lo que ven. ¿De qué sirve cavilar tanto acerca de cosas ocultas y oscuras por cuya ignorancia no se nos reprenderá en el juicio?

Gran tontería es el descuidar lo útil y necesario por atender a lo curioso y dañoso. De veras que tenemos ojos y no vemos.

El hombre a quien habla el verbo Eterno, de muchas opiniones se desenreda. Firme tiene su corazón, en Dios descansa tranquilo, el hombre para quien todas las cosas son una sola, las reduce todas a una sola y las ve todas en una sola.

¡Oh Dios que eres la verdad! Haz que esté unido a ti con un amor eterno.

A menudo me aburro de oír y de leer tantas cosas. En ti está todo lo que quiero, y todo aquello por lo que suspiro.

Cuanto más unificado esté uno interiormente y más simplificado exteriormente, tanto más cosas y tanto más profundas entiende sin trabajo; porque de arriba recibe luz para entenderlas.

Un alma pura, sencilla y constante, no se disipa entre muchas ocupaciones; porque todo lo hace por el honor de Dios, procurando no ocuparse en la busca de sí misma.

¿Quién te estorba y te molesta más que los afectos inmortificados de tu propio corazón?

Una persona buena y piadosa primero dispone en su interior aquellas obras que exteriormente tiene que hacer.

No la arrastra su mala inclinación a ejecutarlas; al contrario, la hace doblegarse al imperio de la recta razón. ¿Quién sostiene más dura lucha que aquél que trata de vencerse?


Nuestra ocupación debiera consistir en vencernos, en hacernos cada día más fuertes que nosotros mismos, en ir mejorando un poco todos los días.

El humilde conocimiento de ti mismo es camino más seguro para llegar a Dios que las profundas investigaciones de la ciencia.

Mas como muchos ponen más empeño en adquirir el saber que en vivir bien, a menudo se extravían, y aprovechan poco, y aun casi nada.

¡Oh, si tan activos fueran para arrancar de raíz los vicios y cultivar las virtudes, como lo son para suscitar disputas, no habría tantos pecados y escándalos entre el pueblo, ni tanta relajación en los monasterios!

Seguramente que el día del juicio no se nos va a preguntar qué leímos, sino qué hicimos; no qué tan bien hablamos, sino qué tan religiosamente vivimos.

Dime: ¿dónde están todos aquellos señores, todos aquellos maestros que tan bien conociste cuando aún vivían y en sus estudios florecían? Ya otros ocupan sus canonjías, y quién sabe si de ellos se acordarán. En vida parecían valer algo; ahora ya no hay quien hable de ellos.

¡Oh, qué pronto pasa la gloria del mundo! ¡Ojalá que su vida hubiera sido conforme a su saber! Entonces sí habrían estudiado y leído como se debe.

¡Cuántos del siglo se pierden por la vana ciencia, por cuidar poco de servir a Dios! Como prefieren la grandeza a la humildad, piensan puras vanidades.

Pero es verdaderamente grande el que tiene gran amor. Es realmente grande el que para sí mismo es pequeño, teniendo en nada todas las alturas del honor.

Por fin, es verdaderamente sabio el hombre que hace la voluntad de Dios, renunciando a la suya propia.

Tomás de Kempis
Texto tomado del “Círculo de Investigación de la Antropología Gnóstica”.
EL ABRAXAS GNOSTICO Nº 2-7

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