martes, 1 de abril de 2014

EL MENSAJE DE LOS CATAROS


EL MENSAJE DE LOS CATAROS

Ya en el siglo Xl, en el occidente medieval, la vida religiosa mantenía difícilmente su equilibrio. Muchos aspiraban a un retorno a la pobreza y simplicidad apostólicas, mientras que los prelados ofrecían el espectáculo de una vida lujosa poco edificante. A partir de ahí, era fácil caer en la herejía.

El catarismo se inscribe en el movimiento general de renovación evangélica que se manifiesta en toda la cristiandad en los siglos XII y XIII. Los cátaros Perfectos se consideraban los auténticos sucesores de Jesucristo. Para ellos, su cristianismo era el único verdadero y el de Roma sólo era su falsificación diabólica: querían ser cristianos.

Pero los católicos romanos se negaban a considerarlos simples reformadores; detectaban en el catarismo un resurgimiento evidente del antiguo Maniqueísmo.

Para algunos historiadores, el catarismo procede en efecto de la doctrina de Manes (siglo III, IV d. C.) por filiación directa o por el intermediario de los Paulicianos deportados a Tracia en el siglo X por los emperadores bizantinos, y después de los Bogomiles búlgaros de los siglos X y XI.

Para Déodat Roché, que consagró su vida al estudio del catarismo, no hay duda acerca de la filiación profunda de las doctrinas iraníes, pitagóricas, platónicas, hasta la filiación de los Esenios y después de los cristianos (Gnósticos), de los Maniqueos, Paulicianos, Bogomile y cátaros. Él ve en el catarismo un movimiento esotérico cristiano.

La extensión del movimiento cátaro

La extensión del Movimiento cátaro es un fenómeno europeo. El catarismo llegó a Italia a través de Dalmacia donde existía una fuerte implantación Bogomil en el siglo XI. Por este mismo camino balkano-italiano vienen otros grupos europeos.
En efecto, numerosas fuentes atestiguan de la presencia de comunidades dualistas en los siglos XI y XII en Renania, en Francia des Arras hasta Orleans, en Cataluña e incluso, según parece, en Inglaterra. Pero el Languedoc medieval, formado por el Albigeois, el Lauragais, el Carcassonnais, el Razéz y el Condado de Foix, aparece como el país cátaro por excelencia.

Desde el final del siglo XII hasta el año 1209, el catarismo pudo organizarse como Iglesia en esta región.

La implantación del catarismo en Occitania

La expansión del catarismo sólo podía concebirse en una «civilización evolucionada, progresista y unida a unos principios de igualdad y de libertad todavía desconocidos en otros lugares.»

La civilización medieval de Languedoc correspondía a estos criterios. Sin embargo, en Occitania, los cátaros nunca fueron mayoría, ni mucho menos. Además, por falta de datos suficientemente exactos y numerosos, no se pueden establecer estadísticas precisas sobre el reparto de los creyentes por clases sociales, reparto que debió variar mucho según las épocas.

Desde 1200 hasta 1250, todas las clases sociales contribuyeron a la formación de la secta. Los cátaros son burgueses, nobles, artesanos y labradores. Ocurre lo mismo desde 1250 hasta 1300. Desde 1300 hasta 1350, el empobrecimiento del catarismo en cuanto al número de personas no permite presentar un reparto, incluso aproximativo.

Sin embargo, parece que durante los años 1209-1250, haya habido predominio de los nobles; durante los años 1250-1300, predominio de los burgueses ricos, banqueros, industriales, hombres de leyes, pequeños terratenientes, parecidos a los burgueses; durante los años 1300-1350, una mayoría de obreros de las ciudades y de los campos.
Por añadidura, no está de más hacer notar y esto complica aún más las cosas, que el catarismo fue «politizado» de modos muy distintos según las épocas. Pero, evidentemente, todas estas consideraciones deben ser sometidas a revisión. Sería preciso también distinguir los hombres de las mujeres, incluso dentro de las clases sociales.

En el primer periodo, las mujeres están seguramente más ligadas al catarismo que sus maridos y, que sin duda alguna, de un modo más auténticamente religioso.

En la segunda fase, las burguesías juegan un papel mucho más discreto. En el último periodo, las labradoras parecen más adictas a los Perfectos, más caritativas y quizás más directamente comprometidas en la religión clandestina que los labradores.

Como conclusión, el catarismo alcanzó más las clases aristocráticas y burguesas que las clases populares. Además, parece haber sido más urbano que rural.

El número de Creyentes habría alcanzado en la región del Toulousain y del Lauragais, del 30 al 40% de la población entre 1209 y 1244.


Consideraciones sobre La Sociedad del Languedoc y sus relaciones con el catarismo

Los grandes señores

Escépticos, epicurianos, un poco paganos quizás, los condes no creían más que en la guerra y la política. Para ellos, el catarismo era un pretexto para liberarse de las leyes de Roma.

Lo cuidaban pues por interés. Y por estas circunstancias, fueron llevados a defender el catarismo para así salvaguardar sus derechos y sus bienes.

Los caballeros

No ocurría lo mismo con los pequeños caballeros que mostraron siempre una adhesión más sincera al catarismo. A menudo, los vínculos que los unían a la herejía era de orden familiar ya que habían sido educados con los cátaros y tenían familiares suyos entre ellos. Además, indignados por la vía escandalosa de algunos clérigos y por las riquezas de la Iglesia Católica, apreciaban la humildad evangélica que manifestaban los Perfectos cátaros.

Sin embargo, los pequeños nobles solo sirvieron el catarismo mediante las armas. Y, como la mayoría de los creyentes, eran verdaderamente religiosos solamente en el momento de la muerte es cuando recibían el Consolamentum de los moribundos.

Los burgueses

El catarismo contribuyó a hacer comprender a los mercaderes que existía una diferencia «moral» entre la usura, como la practicaban algunos judíos, lombardos y católicos y el préstamo de comercio, que «no hace víctimas» y que beneficia de igual modo a las dos partes.

Hacemos notar que los Perfectos hicieron a menudo de banqueros. Su alta espiritualidad garantizaba la exactitud de su contabilidad.
Además, para ellos, la actividad mercantil no perjudicaba ni a los intereses ni a la libertad de los demás.

Pero esta rehabilitación del préstamo de dinero según el espíritu de San Mateo y San Lucas proporcionó a los hombres buenos más adeptos eficaces que su doctrina.

Los artesanos

Los cátaros tenían recelo de la propiedad de tierras, en principio reservada a los nobles (aquél que la trabajaba no era más que el usufructuario). El único trabajo retribuido en aquel entonces con alguna apariencia de justicia era el de comerciante y el de artesano.

La gran industria de la Edad Media fue la industria de paños. Además, siempre existió una especie de afinidad entre el tisaje y la herejía. No solamente en el Languedoc, sino también en Champagne y en Alemania donde tejedor acabó siendo sinónimo de cátaro y hereje. Muchos tejedores eran Creyentes y algunos Perfectos. Seguramente, hubo Creyentes en los otros gremios pero no se puede decir más por falta de datos.

Los labradores

Durante el periodo de 1200 a 1250, no parece que los labradores fueron atraídos por el catarismo. Eran poco cultos y consagraban poco tiempo a las cosas del Espíritu.

Cuando eran creyentes, los labradores tenían tendencia a transformar en «ritos mágicos» las ceremonias tan puras del catarismo. Quizá por esta razón, los Perfectos prefirieron la ciudad al campo. Sin embargo, los cátaros se relacionaban con los labradores:

Les enseñaban e intentaban modificar su mentalidad. Y estos últimos rodeaban de cuidados a los Perfectos perseguidos. Los albergaban, los escondían, los alimentaban, les ayudaban a escapar, los guiaban por los bosques, exponiéndose ellos mismos a muchos peligros.

El catarismo, al contrario de lo que se ha dicho, nunca quiso deshacer la familia y encontraba en estos hogares un clima de pureza que no reinaba del mismo modo en casa de los nobles y de los burgueses.

El último catarismo será el de los labradores.

Las mujeres

En conjunto, las mujeres parecían más ligadas a la herejía. El catarismo favoreció de un modo bastante positivo en la vida religiosa, en el matrimonio, en las costumbres, las tendencias igualitarias y libertadoras presentes entre todas las mujeres, pero sobre todo entre las mujeres de la clase aristocrática.

Además, los conventos cátaros ofrecían refugio a las mujeres solas, solteras o viudas. La acogida estaba siempre llena de consideración para ellas. Para el catarismo, sus almas eran iguales que las de los hombres.

Los trovadores

Hacia el año 1100, una poesía lírica ve la luz en Occitania. De cualquier extracción social, pero asimilados a la nobleza, si no lo eran, por su talento, sus poetas, los trovadores componían sus obras en lengua de Oc. Fueron los verdaderos instrumentos culturales y sociales de una nueva civilización basada esencialmente en el Amor Cortés.

Desde el punto de vista literario, su obra, ocultada mucho tiempo por la supremacía progresiva de la lengua de Oil (la lengua del Norte), se presenta como una de las más ricas y más asombrosas, incluso si formalmente sigue siendo arcaica.

¿Pero de dónde vienen estos Trovadores que festejaron a la Dama en todo el Languedoc de los siglos XII y XIII?

La poesía árabe les enseña algunas formas, algunas maneras de distribuir las rimas. Los Sufíes («herejes» árabes con algunas similitudes con los cátaros) decían ya: «El Paraíso del Gnóstico es su mismo cuerpo, y el infierno del hombre sin fe ni conocimiento es igualmente su cuerpo».

Y Ibn Arabi: «Dios es aquél que en cada ser amado se manifiesta ante la mirada de cada amante».

Además, la psiquis árabe, cuando vuelve a concienciarse, es a menudo habitada por el amor a la Mujer.

En el Languedoc, antes de los Trovadores, el Amor no existe. Pero gracias a sus poemas, un nuevo concepto de Amor invade y transforma la psiquis occidental. Sin embargo, los rasgos propios de los Trovadores, como inventores del Amor son parte del misterio.

Para mejor comprender a estos poetas, hay que restituirlos a su época, El Languedoc emergía de un estado primitivo. La sexualidad era relegada al rango de necesidad instintiva como el hambre y apenas empezaba a convertirse en erotismo.

Al cantar el Amor a la Dama y al entregarse al elogio de la Virgen, los poemas de los Trovadores se dividen esencialmente en 3 estilos:

El trobar plan (estilo simple), el trobar ric (estilo artístico), el trobar clus (estilo hermético).

Todos dan muestra de un frescor de invención y de una inspiración a menudo fiera y misteriosa. Pero, el estilo que capta nuestra atención es el trobar clus. En efecto, parece ser el vínculo refinado y esotérico de la doctrina cátara.

El Trovador «idealiza» a la Dama. Una clave se nos ofrece: el mito de la Dama en el castillo. Tiene que ser liberada. Pero “Aquel que busca el Amor con la esperanza del goce es víctima del deseo. El sabio acepta los placeres sensuales cuando se presentan pero con el corazón desprendido, y no es víctima del deseo” (Gopala— Uttara—Tapini— Upanishad).

Por supuesto, en este punto hay que ver un principio de iniciación.
La gran palabra de los Trovadores es «mesura». Un verso célebre la define:

«D’amours mou castitaz» (De amor viene castidad)

«Castidad» es aquí un método para hacer del Amor un arte. El iniciado es pues un Perfecto Amante y descubre entre él y su Mujer una parcela del «Alma del Mundo».


Liturgia, moral y jerarquía entre los cátaros

«Todo hombre es el Templo razonable del Espíritu». Este axioma tradicional de las Escuelas de la Antigüedad y tomado en cuenta por los cátaros , aleja la noción de un culto acompañado de mucho fasto.
Los ministros cátaros van vestidos con un simple sayal negro, incluso cuando son obispos. La casa de un creyente, una gruta, una sala de castillo sirven de lugar de culto.

De común acuerdo, los cátaros niegan el valor de los sacramentos del bautizo dado a los niños y de la eucaristía. Tienen sus propios ritos.

Practican «el servicio» o Apparhelamentum, confesión mensual y pública de los Perfectos. Para ellos, el único sacramento válido es el Consolamentum de ordenación. Es el bautizo del Espíritu recibido por el postulante mediante una doble imposición de las manos, después de un tiempo de ascesis y el consentimiento de la comunidad.

Pero este sacramento no crea al Perfecto: le da la oportunidad solemne de tomar compromisos para su vida terrenal. En efecto, la iniciación de los cátaros está siempre en el encuentro, en la toma de conciencia del Espíritu. Para alcanzar este fin, lo esencial como lo declaraban los antiguos cátaros es la ayuda de un Maestro Espiritual, manifestada interiormente. Así, el Consolamentum no es más que el símbolo de una experiencia espiritual.

El Consolamentum de los moribundos es llevado a los Creyentes que lo piden, cuando la muerte está ya cerca. Pero saben que no les asegura el regreso al Espíritu para lo cual no están preparados. Otro regreso en el mundo será necesaria para su purificación.

El Melioramentum es la expresión del respeto manifestado por un Creyente que se inclina o dobla la rodilla cuando se encuentra con un Perfecto. De hecho, es el Espíritu y no su persona que se venera.

Cuando llega el tiempo de las pruebas, la Iglesia Cátara instituye una posibilidad de convención, la Convinenza, mediante la cual una persona que no puede recibir el Consolamentum, a causa de su situación pide ser consolada en su última hora. Es el caso de los hombres de armas llamados a combatir (cosa imposible para un Consolado) y con heridas mortales.

Como en el antiguo Maniqueísmo que hacia una gran diferencia entre iniciados y adeptos, el catarismo no impone las mismas obligaciones a los Perfectos y a los Creyentes.

La Iglesia Cátara se compone en primer lugar de simpatizantes de entre los cuales saldrán los verdaderos adeptos después de unas pruebas y con el consentimiento de la comunidad. Al principio, el Padre Nuestro es desvelado a los nuevos Creyentes en el curso de una ceremonia litúrgica, la Oración Dominical.

Generalmente los Creyentes se agrupan en comunidades religiosas y forman el auditorio de los predicadores. No están sometidos a ninguna regla de vida. En general, se contentan con escuchar los sermones de los Perfectos. Los más decididos se introducen después en la vía que lleva al rango de Perfecto. (Notemos de paso que los Perfectos nunca se otorgaron ese nombre: los Creyentes los llamaban simplemente Buenos cristianos, Amigos de Dios, Hombres Buenos. Las Perfectas eran las Buenas Cristianas, las Damas Buenas).

Los Perfectos y las Perfectas van siempre de dos en dos, se vigilan y se ayudan mutuamente. En principio, viven en comunidades, donde bajo la vigilancia moral de los Obispos y los diáconos es bastante fácil seguir las ceremonias comunitarias y entregarse a la meditación.

El Creyente, deseoso de convertirse en Perfecto, debe prepararse durante un año como mínimo, y obligarse a períodos de ayuno. Después del Consolamentum, se compromete a respetar la moral cátara a lo largo de toda su vida terrenal. Hace el voto de no cometer ni homicidio ni robo, ni de decir mentiras ni de pronunciar juramentos. Debe decir el Padre Nuestro por la mañana al levantarse, por la noche al acostarse, antes de comer y de beber y antes de cualquier acción importante o peligrosa.

Al creer en la reencarnación en cuerpos de animales, los Perfectos no toman alimentos cárnicos. En tiempo ordinario, comen pan, verduras, aceite, fruta, pescado y pueden beber vino, moderadamente y cortado con agua.

Deben respetar tres cuaresmas a lo largo del año: Navidad, Pascua y Pentecostés. Hay pues que soportar hambre y sed, pero también los escándalos, las persecuciones e incluso la muerte.

Obediencia a Dios y promesas deben ser constantes.

La cuestión del rechazo del matrimonio por parte de los cátaros pueden ser un problema. Los Creyentes pueden casarse y tener hijos, pero no es lo mismo para los Perfectos, que deben practicar la Castidad. Los cátaros ven el verdadero matrimonio en la unión del alma con su Espíritu. Sin embargo, no niegan el valor de los matrimonios terrenales, no solamente para la generación de cuerpos necesarios a la encarnación de las almas imperfectas, pero también para que nazca un verdadero amor a lo largo de las pruebas de la vida.

Admiten la posibilidad del divorcio para los matrimonios terrenales pero aconsejan mantenerlos para una comunidad de vida y de sentimientos.

En realidad, los cátaros hacen la crítica del sacramento católico del matrimonio. La unión debe ser no sacramental y se basa en un simple compromiso mutuo en igualdad de derechos.

Se sabe que un candidato casado debe romper los vínculos del matrimonio, con el asentimiento del cónyuge, si quiere recibir el Consolamentum. Incluso, si esta elección, a primera vista se opone al Gran Arcano, se puede pensar, sin fantasear, que algunos dignatarios de la Iglesia Cátara conocieron el Secreto.

Desde el Concilio Cátaro de 1167, en San Félix de Caraman, en el Lauragais, el Languedoc está dividido en cuatro diócesis: A gen, Albi, Carcassonne y Toulouse.

Cada diócesis tiene un Obispo, ayudado por un Hijo Mayor y un Hijo Menor. Si ese Obispo fallece, está reemplazado por el Hijo Mayor y el Hijo Menor accede entonces a la dignidad superior; cualquier vacante es ocupada por vía de elección.

Los Obispos forman conjuntamente la más alta instancia de la Iglesia y ninguno tiene autoridad sobre los demás.

Pero las Perfectas no pueden acceder a los grados supremos de la jerarquía, el diaconado o el obispado. Sin embargo, tienen los mismos derechos que los Perfectos y pueden conferir el Consolamentum. Incluso tienen el derecho de predicar hasta la mitad del siglo XIII pero no hicieron mucho uso de ello. Su papel consistía más bien en ocuparse de la educación de las hijas, cuidar de los enfermos y hacer prosperar sus pequeñas artesanías.

Volviendo a los Obispos, su fidelidad en la Fe, les llevará hasta la hoguera. Pero jamás estos mensajeros buscarán el sacrificio: su misión es evangelizar y lo harán de manera a asumirlo el tiempo más largo posible.

La religión cátara

Sabemos poco acerca de la religión de los cátaros del Languedoc, salvo algunas características generales y comunes. Para reconstituir esta religión, nos vemos obligados a apoyarnos en fuentes extranjeras a esta región, o bien en documentos posteriores al fin de las iglesias cátaras del Languedoc.

A continuación, conocemos el catarismo occitano en su conjunto y no en detalles. Solo algunos pocos libros cátaros han llegado hasta nosotros y pueden darnos alguna luz acerca de la doctrina de los Perfectos.

Sin embargo, los cátaros tuvieron libros en los cuales estaban codificadas sus creencias. Esperemos que nos sea permitido descubrirlos algún día.

El catarismo sufrió la feroz represión de la Iglesia de Roma: En parte porque supo replantear en profundidad el problema milenario del Mal y sus orígenes, y volver a enseñar la noción fundamental del dualismo Tinieblas-Luz.

Desde hace siglos, el dualismo ha sido comprobado y explicado, en particular por los mazdeanos, los pitagóricos y los platónicos. La doctrina de los dos principios, el Bien y el Mal, no tiene ninguna relación con la creencia absurda en dos dioses. La enseñanza de los dos principios era también conocida entre los Esenios e incluso entre los primeros cristianos.

En la cosmogonía cátara, el principio del Mal es «Creador» del mundo visible, de la materia y, por consiguiente, de nuestra envoltura corporal dentro de la cual está encerrada una parcela divina de luz. Una lucha cósmica sin piedad opone a estos dos principios.

Jesucristo es un ser «espiritual» enviado por el Dios de la Luz y viene a revelar al hombre el mensaje de la gnosis. Gracias a ella, el Hombre, consciente de la chispa divina que mora en él, va a esforzarse para liberar su alma y, de este modo, contribuir a la victoria del Dios de la Luz.

Así pues, el catarismo se presenta como una religión iniciática. En esta aproximación a lo divino, Dios ya no «baja» hacia el hombre para salvarle de su sufrimiento, como ocurre con el catolicismo. Al contrario, el Cátaro, mediante el despertar profundo de su conciencia, intenta «elevarse» hacia Dios. En otras palabras, virtualmente, potencialmente, el Hombre es Cristo. Convertirse en Cristo depende del Hombre. Esta idea de Gnosis, que pretendía traer la salvación, no mediante la Fe sino mediante la Revelación y el Conocimiento, de Si mismo era muy extendida en las primeras Iglesias Cristianas.

La filosofía del catarismo nunca fue un sistema monolítico. Sin embargo, en el Languedoc, las divergencias no parecen haber ocupado un lugar importante. Pero entre las diferencias que más o menos separan a los cátaros, hay que subrayar la que los historiadores han establecido entre dualistas absolutos y dualistas mitigados. Se puede resumir este debate de esta manera esquemática: un Principio del Mal totalmente opuesto a Dios, y el Mal utilizado libremente por la Sabiduría divina en beneficio del Bien que lo necesita para afirmarse.

Pero según René Nelli, los cátaros nunca hicieron ellos mismos esta distinción radical. Para este autor, el hecho importante es que en los siglos XII y XIII, un cierto número de cátaros creyeron conjuntamente que:

1. Dios era todopoderoso en el Bien y en la eternidad pero...

2. existía, en el tiempo, una raíz del mal que viciaba cualquier manifestación buena en el origen.

3. que el principio del Mal, en último análisis, sólo era «nihil» o por lo menos un medio ser...

4. que solo podía manifestarse en la Mezcla...

5. que el verdadero Dios había creado todo desde su propia sustancia y no de la Nada.

6. Que la criatura no tenía libertad.

La pieza clave de esta doctrina es la noción de la Mezcla.
Para los cátaros, el hombre vive en el mundo de la Mezcla. Participa de Dios mediante el alma y del Diablo (o de la Materia), mediante el cuerpo. El problema consiste en desligar el alma del cuerno por medio de la Iluminación. Pero para esto son necesarias varias existencias terrenales.

La enseñanza del retorno de las almas está pues muy presente en la doctrina cátara pero también por extensión en las mentalidades y en el comportamiento de la época.

Todos los pensadores cátaros estaban de acuerdo entre ellos para refutar categóricamente la noción de libre albedrío, tal como todavía se admite generalmente en nuestros días. Pero no por ello capitulaban ante un determinismo implacable. «Muy al contrario, para ellos, el objetivo personal de cada ser humano era, de encarnación en encarnación, la conquista de la Libertad mediante la cual se adhería al Bien, siempre y para siempre.»

Los escritos cátaros

El Evangelio según San Juan

El evangelio según San Juan, traducido al Occitano, evidentemente no es un escrito cátaro. Pero era considerado por los cátaros como «El Libro», en el cual debían ser buscadas y comprendidas todas las verdades. El Evangelio esotérico era conocido como dispensador de una enseñanza para las masas, y en una lectura que recurría a las facultades de la meditación, una revelación secreta para aquellos que caminaban en el sendero de la búsqueda.

El Ritual Cátaro llamado Ritual de Lyón

Da detalles acerca de la disposición del mobiliario de la sala donde tiene lugar el Consolamentum, acerca de las palabras rituales que deben ser pronunciadas, explicaciones sobre el sentido del Consolamentum y sobre su origen, etc...

El Manuscrito de Dublín A 10

Es un comentario esotérico del Padre Nuestro, probablemente explicado durante el Consolamentum.

El Tratado Cátaro anónimo del Siglo XIII, citado en el «Liber contra Maniqueos de Durand de Huesca»

El tratado se presenta como una obra que apoyándose en las Escrituras, demuestra una dualidad absoluta.

El Libro de Los Dos Principios

Este libro es el resumen de la obra muy extensa de Jean de Lugio, Obispo cátaro de Bergome, en Italia en el siglo XIII.

El autor se dedicó a una prolífica búsqueda en las Escrituras a fin de demostrar un dualismo absoluto, sin ninguna clase de compromiso. La argumentación, de un rigor innegable, es en nuestros días el objeto de comentarios opuestos: los partidarios del dualismo absoluto hacen de él la obra clave, en razón de su convicción íntima; los partidarios del dualismo mitigado ven en él la expresión de un catarismo decadente que se deja llevar por la polémica, olvidándose de lo esencial, la búsqueda espiritual.

Sea lo que sea, el Libro de los Dos Principios sigue siendo hoy en día la obra mejor estructurada y la que más se apoya en las Escrituras que nos ha legado el catarismo.

La Visión de Isaías

Es una recopilación del siglo II después de J.C.
· El Martirio de Isaías.
· El Testamento de Ezequias.
· La Visión de Isaías: la ascensión de Isaías describe la subida del alma iniciada de esfera en esfera como lo hizo también la Pistis Sofía de los Gnósticos cristianos, pero indicando las condiciones de las reencarnaciones.

La Cena Secreta (o Interregatio Johannes)

Es un escrito apócrifo de San Juan. Se conocen dos versiones latinas:
—una proviene de los archivos de la Inquisición de Carcassonne.
—la otra se conserva en la Biblioteca Nacional de Viena.

Este texto describe el origen divino de Satanás y su acción en el Cosmos. Primero, el mundo espiritual está organizado y Satanás es el administrador. Sin embargo, según el mito de su rebelión, afirma su propia voluntad y organiza el mundo material pero en realidad, «según el mandato del Padre invisible», o por lo menos con su permiso.

La cruzada contra los Albigenses y la inquisición

¿Ante su autoridad burlada, qué puede hacer la Iglesia de Roma?
En un primer tiempo intenta convencer. El futuro Santo Domingo viene desde España para predicar en contra de los cátaros. Viviendo pobremente como los Perfectos, recorre la región de Carcassonne, participa en duelos oratorios en los que se oponen Perfectos y teólogos católicos. Funda la orden de los Hermanos Predicadores, de entre los cuales serán elegidos después de su muerte, las más tristes figuras de la inquisición católica. Pero su misión fracasa. El Pontífice se inquieta.

Los últimos esfuerzos del legado del Papa, Pierre de Castelnau, resultan también inefectivos. Pero, a la vuelta de una misión fallida en Toulouse, Pierre de Castelnau es asesinado el 15 de febrero de 1208.

El Conde de Toulouse, Raymond VI es designado responsable del crimen por Roma. Para reestablecer su monopolio de acceso a lo divino y su autoridad espiritual y temporal, la Iglesia romana declara y predica la «guerra santa» en el Languedoc.

En junio de 1209, bajo el mando de los barones del Norte y de un clérigo de Languedoc, Arnaud-Amaury, un ejército de cruzados se congrega en Lyon. La cruzada se pone en marcha hacia el Sur. Delante de Beziers, los habitantes de la ciudad se niegan a entregar a sus conciudadanos cátaros. Se produce una masacre de 20.000 personas. Esta carnicería deja petrificada a toda la población del Languedoc pero también fortalece las uniones.

Después, Carcassonne es sitiada a su vez. El joven conde Trancavel negocia para salvar la vida de la población. Pero es hecho prisionero por traición y encerrado en la cárcel. Bajo la orden de Arnaud-Amaury, Simón de Montfort toma posesión de las tierras de Trencavel. Al aceptar la soberanía de Carcassonne, de Albi, de Beziers y del Razés, se convierte en el brazo armado de la cruzada. Intransigente e inútilmente cruel en varias ocasiones, pondrá el Languedoc a fuego y a sangre durante nueve años.

Ataca al conde de Foix con éxito. Pero con la llegada del invierno, la resistencia se organiza. Varias ciudades se sublevan y Montfort pierde la mayoría de las ciudades conquistadas. En 1210, Montfort recibe refuerzos y emprende la reconquista de las plazas perdidas. Después del Minervois, las Corbieres se someten; después les llega el turno al Razés y al Albigense-Sur. En 1214, Raymond VI es excomulgado. Su inmenso territorio se ofrece a las ambiciones de Montfort que conquista el Agennais, el Quercy y el Perigord.

Las masacres de las poblaciones cátaras siguen. Pero Toulouse resiste. El aspecto religioso sigue presente, pero de hecho, Montfort lleva a cabo una verdadera guerra de conquista. Raymond VI hace un llamamiento al rey Pedro II de Aragón que es también soberano protector de numerosos feudos occitanos. Cerca de Toulouse en 1213, en Muret, Montfort, contra toda previsión vence al ejército de Pedro de Aragón que encuentra la muerte en el curso de la batalla. El Languedoc se rinde.

Sin embargo, la decisión de 1215 que proclama a Montfort legítimo dueño del condado de Toulouse provoca un levantamiento en armas en todo el Languedoc. Aprovechando la ausencia de Montfort que está guerreando en el país, Raymond VI hace su entrada en Toulouse en 1217, Montfort vuelve y muere durante el sitio a la ciudad en 1218. Su hijo Amaury le sucede. En el Languedoc, se produce un levantamiento general. El príncipe Luis (futuro rey Luis VIII) interviene en la cruzada. Pero regresa al Norte en 1219. Amaury de Montfort acaba por renunciar a su condado y él también se retira en 1224. La cruzada ha fracasado. La situación política y religiosa vuelve a ser la misma que antes de 1209.

Pero una nueva cruzada se abate sobre el Languedoc en 1226. En su mayor parte, el Sur se somete sin combatir. El rey Luis VIII que participa en las operaciones muere en el camino de vuelta. La regenta Blanca de Castilla asegura el relevo. Durante dos años, los sitios, los asaltos y las masacres se reproducen. El Languedoc acaba agotado y desangrado. En Meaux, en abril de 1229, Blanca de Castilla hace firmar un tratado político al conde Raymond VI: de hecho, es una capitulación sin condición de todo el Languedoc.

Después del avasallamiento de los cuerpos, queda el avasallamiento de las almas. La orden de los Dominicanos pone su empeño en ello. En efecto, el Concilio de Toulouse hace oficial la inquisición en 1229. En abril de 1233, el Papa Gregorio IX le otorga poderes ilimitados. Los cátaros son perseguidos, arrestados, a veces torturados, quemados. (En 40 años, de 3.000 a 4.000 Perfectos perecieron en la hoguera).

Muchos de ellos se refugian en los castillos y en Montsegur. Pero los excesos de la inquisición despiertan revueltas. En Avignonet y en el Lauragais, varios inquisidores son masacrados. La Iglesia romana no perdona estas acciones. Le hace falta destruir definitivamente el bastión de Montsegur, símbolo del catarismo: este sucumbe en marzo de 1244. En 1255, la caída de la fortaleza de Queribus es la última acción militar de una guerra de 45 años, cuyo coste en vidas humanas se estima cercano al millón de víctimas.

Montsegur, el mensaje de piedra

Muy al principio del siglo XIII, los diáconos cátaros Raymond de Mirepoix, Raymond Blasquo y alguno más, hicieron mucha presión sobre Raymond de Pereilla para que aceptara reedificar un castillo en la cima de la montaña de Montsegur. La petición era sorprendente, ya que en aquel momento, la Iglesia cátara estaba en el cenit de su expansión y no parecía realmente amenazada.

Pero la edificación del castillo no fue dejada a la iniciativa de un constructor sólo preocupado en hacer de él una plaza fuerte. Unas normas presidieron su construcción, normas aplicadas por el ingeniero Arnaud de la Baccalaria y conocidas por muy pocos Perfectos.
Y las preguntas se plantean de nuevo:

¿Por qué pidieron los cátaros la reedificación de un castillo aparentemente inútil para su seguridad? (Como fortaleza y solamente como eso, Montsegur es una construcción mediocre). ¿Por qué hicieron de ella su capital espiritual?

¿Por qué se refugiaron allí cuando llegaron los peligros? Otros castillos podían servir de refugio más seguro.

¿Por qué, incluso antes del holocausto, Montsegur era considerada como montaña sagrada del catarismo?

¿Y por qué exigieron poder mantener la plaza hasta el equinoccio de primavera antes de entregarla e ir hacia la muerte en 1244?

En los alrededores de Montsegur existen muchos vestigios de cultos antiguos. ¿Pero, qué ocurría entre los cátaros con el culto solar? La espiritualidad de los cátaros los pone muy por encima de la idolatría de un cuerpo material, incluso resplandeciente. Así pues, ¿podríamos suponer que, semejantes a continuadores de la Gnosis, veían en el sol, el soporte necesario mediante el cual la fuerza crística se derrama sobre el mundo terrenal?

¿Podemos suponer que la transposición del culto divino sólo haya sido para los cátaros un símbolo y nada más? Si este es el caso, es normal que no se mencione para nada en los textos dogmáticos. En la hipótesis inversa, si el sol es considerado por los cátaros portador de fuerzas altamente sagradas, entonces el mensaje de esta creencia nos debe haber llegado. Un Mensaje capaz de desafiar el tiempo: Un mensaje que puede ser captado más tarde, mucho más tarde, cuando Roma ya no tenga el poder de encender las hogueras, cuando algunos puedan, sin pagarlo con su propia vida, salir en búsqueda de las fuentes lejanas de su Fe. Este Mensaje existe. Es gigantesco y desafía el tiempo: es Montsegur.

Los trabajos de M. Niel demostraron que Montsegur (la única construcción cátara) es un templo solar, incluso si esta hecho es refutado por otros autores. Un estudio topográfico confirma que el castillo permite por su construcción, señalar con precisión las principales posiciones del sol. Hubiese sido fácil obtener un símbolo solar en una obra geométricamente más simple, pero el secreto de la construcción no debía desvelarse ante unos ojos profanos.

El 16 de marzo de 1244, 215 cristianos suben voluntariamente a la hoguera de la Inquisición, levantada al pie del Templo de Montsegur. Sin embargo, a la caída de la noche, cuatro Perfectos, encargados de una misión por el Obispo Bertrand, antes del holocausto, abandonan el lugar donde estaban escondidos.

Escapan a la vigilancia de los Cruzados y desaparecen, llevando consigo el tesoro espiritual de los cátaros y quizás también el objeto misterioso y simbólico que será objeto de una búsqueda secular.

Al pie del Castillo-Templo, las cenizas de los mártires acaban de consumirse. Los ojos llenos de lágrimas pero levantados hacia la eterna esperanza, un Trovador profetiza:

«Al cabo de Setecientos años, el laurel reverdecerá».

O. M.
GNOSIS